Si tengo que hablar de mi, comenzaría diciendo que lo que más me fastidia de todo lo que voy a narrar, es que se me haya subestimado y tomado por tonta.
Quizás no sea más inteligente que muchos
pero menos tampoco, observar durante
años y darme cuenta con el tiempo y la experiencia adquirida con las
vivencias, de que más de uno y una, me
subestimaron como persona, por el hecho de catalogarme como diferente, a ese
grupo que se autodenominan “normales”.
No puedo decir que mi vida haya sido fácil, soy consiente de que este sentimiento somos muchas personas las que
lo sufrimos,y que tras los años vividos y experiencias sentidas una gran mayoría de nosotros tenemos
claro de que nos sentimos de esta manera.
Debo de reconocer que, al fin
y al cabo, yo decidí lo que quería hacer, aunque en muchas de las ocasiones mis
decisiones fueron condicionadas por los acontecimientos que a mi alrededor se
fueron desarrollando, consecuencia de las decisiones de personas que en esos
momentos estaban por diferentes motivos en mi entorno más próximo, bien fueran
amigos, o eso creía yo, pareja
sentimental, miembros de mi familia o él que por allí paso y también se metió
donde nadie lo llamo.
Si soy consciente de que mi historia es una mezcla de
constancia, voluntad férrea, luchar por sobrevivir en esta selva humana llamada
sociedad civilizada, pasión por poder ser ante todo uno mismo ,un yo, siendo honesta conmigo misma y demostrando que cada uno elige su vida, consciente de
respetar a los demás, esperando la misma respuesta y que lo que encuentras y
obtienes es tan absurdo, vergonzoso y abominable que solo consigues alcanzar lo
deseado por la fuerza y pasión de ese deseo que haces que tu vida se convierta
en una carrera de fondo, luchando a diario, teniendo que demostrar lo que a
otros simplemente por el rol adquirido ya se les otorga al margen de su
verdadera valía y capacidad.
Lo importante para mi no era
ser ni más guapa, ni mas alta, era simplemente ser yo, ese yo en él que
confiaba, ese sentimiento de capacidad de querer y que te quieran, esa
determinación que me empujaría a decidir en cada momento que simplemente
siguiendo mis sentimientos podría llegar, por que si algo siempre tuve claro es
quien era, lo que sentía y que allí, a aquella meta yo tenia que llegar, lo
deseaba, lo sentía, vibraba de tal manera en mi interior que la fuerza de
aquellos sentimientos serían mi inercia para poder realizarme como persona,
mujer y por que la vida lo quiso, quizás capricho del destino, mezcla del amor
más puro que jamás pude conocer unido a un sentimiento de protección
desconocido por mi hasta ese momento, me enfrente con coraje a lo que hoy
considero la parte más importante de mi vida, la experiencia de ser madre. Fue
algo tan importante, que que no existen palabras con las que pueda
describir tales emociones y sentimientos. Una mirada, un beso,
una caricia, tan limpios y puros; el saber que esa criatura depende de ti, de
lo que hagas, digas o pienses. El día que nació mi hija, llovió en mi tal cantidad
de emociones que aquel día comprendí y sentí que había llegado a la meta tantos
años anhelada, desconociendo, ilusa de mí, que todo lo anteriormente sufrido,
que todo aquello que yo daba por hecho y conseguido no tenía valor ninguno, que
mi verdadera lucha acababa de comenzar en aquel momento, que años después conocería
realmente lo que era la maldad, el retorcimiento más absurdo y cruel de lo que
la mente humana era capaz de urdir simplemente por ambición, quizás aderezada
con envidia, algo de machismo, homofobia y, por supuesto, un aderezo que ya tenía
precedentes misóginos.
Quizás mi historia, que a su
vez, es la de muchas personas, hombres, mujeres, homosexuales o no, pueda servir
para que en un camino tan áspero, unos se sientan reflejados u otros saquen
fuerzas para continuar. Pues si una cosa puedo decir con rotundidad, es que él
que pierde esta partida es él que abandona, es nuestro pulso con las
circunstancias, con los que nos marginan, critican e incluso con los que nos
quieren, pues en ocasiones el amor e incluso el cariño también hacen daño y nos
duele.
No te rindas jamás, no
abandones nunca, se tú ante todo, no permitas que nadie te subestime, que nadie
te haga de menos, sé ante todo y llanamente tu, tu objetivo y tu pasión por ser
quién eres, por ser lo que sientes y no te avergüences nunca de ser como eres,
pues si eres tú llegaras a conseguir lo que quieres.
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